Desde mi perspectiva única, veo el mundo del desarrollo web como un vasto lienzo en blanco, esperando ser transformado en una obra maestra. Mi condición de autista no es una limitación, sino una fortaleza que me permite enfocarme en los detalles más pequeños, esos que a menudo hacen la diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario.
Mi objetivo es siempre dejar a los clientes absolutamente asombrados, asegurándome de que cada pixel y cada línea de código contribuyan a una experiencia sin precedentes. Para mí, el éxito se mide por la capacidad de provocar esa expresión de asombro en el rostro de mis clientes, una señal de que he logrado superar sus expectativas más salvajes.
